29 de abril de 2012

¿Quién necesita un DeLorean?

Hoy es de esos domingos en los que te despiertas, te quedas en la cama babeando y haciendo la croqueta durante un par de horas, y luego decides incorporarte. Además, estamos en un puente, y eso significa que nos encontramos ante un simulacro de Apocalipsis Zombi: calles casi desérticas, humor espeluznante y gente que debido a la fiesta del sábado, su cara ha sufrido una apocalíptica transformación resacosa. Pero por el resto, seguimos en pie (aunque en pijama) dispuestos a aguantar una próxima avalancha de exámenes. 

Me he decidido a empezar a contar el tiempo en momentos. Llega un momento en el que empiezas a darte cuenta de que el tiempo acelera precipitadamente, y nos pasa lo que decido llamar el efecto vacaciones: crees que ha pasado una semana, cuando en verdad han pasado 3 lustros, un par de glaciaciones, un balón de Sergio Ramos en forma de satélite... y antes de que te des cuenta, tus hijos se acaban de graduar y conoces a tus nietos.
Yo tengo esa sensación de que cada año que pasa, el tiempo se acelera, así que no me sirve de nada decir en qué semana o mes estoy. Me es más fácil hacer divisiones temporales por momentos. Por ejemplo, mientras me cambiaba la voz, o antes de que el Rey se volviera un ciborg, o incluso guiarme por el crecimiento de mis patillas.

Y ya sabéis que mis introducciones suelen ser largas, no me enrollo con el puñetero tiempo, que ya gasté demasiado. 
Ha sido una semana excéntrica, en la que no me he tomado nada en serio y sé que lo lamentaré en cuestión de días momentos. He podido probar el dulce néctar de la cerveza casi toda la semana, dormir más de lo esperado, batir mi récord de bostezos seguidos y recuperar mis no-ganas de estudiar. Hogar dulce hogar, podría decir. 
De lo que sí estoy seguro es de que ha sido una semana muy nostálgica. Todos conocemos esa sensación de añoranza al pasado. A mí me viene como la menstruación; una vez al mes echo de menos muchos momentos que se me atragantan y ni un trago de Coronita es capaz de digerirlos. Teniendo en cuenta que vengo de un viaje de estudios muy animado y de que ahora solo oigo "Graduación aquí, graduación allá, deberías afeitarte", me doy cuenta de que no nos queda nada estando juntos. Decir que me iba a Madrid en 3 años sonaba a lejano. Decir que me voy en 1 año y un par de meses a estudiar la carrera y dejar atrás todos esos años momentos en Asturias, me agobia. Es peor que dormirte encima de tu bol de cereales y ahogarte con la leche (os juro que estas cosas pasan). 
Y ya sabéis: tempus fugit, vita flumen, y me diréis que carpe diem y tópicos por el estilo, para que al final os haga el mismo caso que a vuestras peticiones del FarmVille.

La vida de un estudiante de primero de bachiller tiene como misión no hacer nada, decir que hace algo,  exagerar la dificultad de lo que hace ante sus padres o conocidos, y temer ante los neuróticos alumnos de segundo de bachiller que corren estresados de un lado a otro gritando PAU, exámenes, nivel de vida social en decadencia... Para mi fortuna, yo sigo viviendo cual rey (sin cazar elefantes, pero algo dolido de la cadera), y mi única pregunta es "¿Hasta dónde llegaría por unos Golden Grahams?".

En verdad, los meses momentos de Abril, Mayo y Junio son momentos de decadencia. Nuestro nivel de pereza aumenta peligrosamente, los soleados rayos del verano se acercan y empezamos a notar la primavera en su máximo esplendor. Abren los puestos de helados, estrenamos camisetas, y las chicas nos alegran más el día dependiendo del calor. Pero eso es otro tema delicado que dejaré en el aire.

Todos estos párrafos para deciros lo más obvio que podría deciros. El verano está relativamente cerca.
Es época de animarte a tirar a tus amigos a la piscina, o de coger la guitarra y largarte a un prado a tocarla con unas cervezas y unos colegas. Que los exámenes no os abrumen ni os quemen el cerebro. Estudiantes del universo, tenéis nuestro apoyo incondicional otro domingo más. Espero haber sacado alguna sonrisa en este domingo que llega a su fin, y podría haceros reír si os contase divertidas anécdotas de ayer, pero no sería conveniente ahora mismo. Compenso animándoos con la idea del prado, guitarra, colega y cerveza.


Recuerdos a todos mis lectores. Llena mucho saber que hay gente que lee los pensamientos de un neurótico como yo. Un café por vosotros, y un brindis por los asquerosos domingos, por el verano, fiesta, cerveza, [y American Pie].

Manu&Cris