16 de enero de 2014

El amor no es ciego, el amor ciega.

Lo que declara en tus ojos
la guerra a mi sueño
es esa verde y verídica
mirada tuya.
Me desarmas, me rompes,
me dejas ciego.
Juegas conmigo,
-yo me dejo-,
como un muñeco roto.
Me atraviesas,
muero por un minuto
-a veces son décadas-.
Creo ver una chispa
que desafía mis tinieblas.
Veo mil emociones
a medias, inacabadas,
y esa colección tuya
de sonrisas
tristemente dedicadas
por ilusos; a traición...
Sé que todas son robadas.

Y veo a ciegas.
Y veo, y veo, y veo.
Hasta que ya no veo.
Ni oigo, ni hablo.
Mudo de asombro,
tímidamente fascinado.
Pienso: no, no pienso.
Blasfemo, me da igual.
Me desespero, me desvivo.
Me vuelvo loco.
No, ¡ya estoy loco!
Mejor espero...
¿a qué?
Me muevo: no puedo,
ya no sé, déjame.
No, espera,
no te vayas, espera.
Me acerco a ti;
¿por qué?
No me atrevo.
Me alejo, no quiero.
Te abrazo,
entonces lo veo.

"¿El qué?"

Te veo a ti.
Veo ganas de todo lo anterior.
Veo todas mis ganas de vivir.

Manu Riaño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario