25 de noviembre de 2014

Y luego seré yo el que está loco

Me gusta imaginarme a mí mismo en una taberna del Romanticismo, sentado con una gran jarra de cerveza levantada, gritando que quiero ser pirata, que nadie manda sobre mí, que soy la persona más libre del mundo, y luego meterme en alguna pelea sin sentido que se solucionará posteriormente con más y más jarras de cerveza. A cada golpe, una carcajada. Y sería el ser humano más feliz del mundo.

Otras veces, soy Alfonso Quijano disfrutando de su propia locura como Don Quijote, sin importarme cuán loco esté, viviendo mis aventuras derribando y siendo derribado, arrastrando a otros a mi demencia, clavando lanzas a molinos en el nombre de algún amor. Muriendo consciente, pero consciente de haber vivido.


Recuerdo que una vez fui un aventurero neoclásico por los ríos africanos. Llevaba la palabra de mi imperio bien cosida en el orgullo hasta que unos indígenas me la arrebataron. Desperté mi espíritu animal, dejé el politikón de mi zoon como hombre, y fui hallado como un salvaje por mi propio escudo.

Sin ir más lejos, ayer mismo fui Miguel Hernández de camino al centro de Madrid tras repartir víveres entre los republicanos que entregaban su vida en las trincheras. Al llegar, discutí con todos esos escritores de la Generación del 27 que encontré, para mi sorpresa, dándose un gran festín mientras España se derrumbaba. La ira me envenenó la sangre. Recuerdo haberle gritado a Rafael Alberti y de haber llamado puta a su esposa, la cual me propinó una enorme bofetada (tal vez merecida). Sin rencores, semanas más tarde me ofrecieron exiliarme con ellos, y sin titubear, rechacé la oferta dispuesto a luchar por las libertades que nos estaban arrebatando a homicidios, arrojándome a una muerte segura. Recuerdo también emigrar de celda en celda a lo largo de los años, escribiendo y cantando al hijo que nunca veré, sufriendo la muerte más lenta y dolorosa de todas. Pero nunca me llegaron a quitar la libertad de mi consciencia.

Soy la persona más libre del mundo me digo, quejándome de vicio mientras mis dedos tiemblan dudosos al escribir "de vicio".

Hace falta ser algo bruto, imbécil, sencillo e idealista en esta vida. A mí nunca me apagarán la mecha que recorre mis arterias.
Algún día seré Jack Kerouac.
Ya lo verán.

Manuel Riaño

The fact that everybody in the world dreams every night ties all mankind together. -Jack Kerouac

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