18 de agosto de 2013

Sleep is for the week.

"Sleep is for the weak".
No. Dormir no es para débiles. Dormir es para la semana.
Poder permanecer en un remanso inerte por inercia durante un puñado de horas cada día. No aspiramos a mucho más: nos levantamos y esperamos sentirnos realizados ejecutando una cadena de acciones completamente irrelevantes. Y lo peor llega en los días estivales, cuando aún siendo libres, la inercia nos tiene enjaulados en el pasado, limitando nuestras acciones nerviosas y motoras.
Sí, podemos caminar, dar un par de pasos y precipitarnos contra el sofá, hasta que nuestro estómago tome el control de nuestro cuerpo y la necesidad de nutrirnos sea insoportable (sólo entonces, nos levantaremos y daremos uso de nuevo a nuestras piernas). Y tal vez, sólo tal vez, tengamos la posibilidad y oportunidad de salir al exterior por voluntad propia. Y aquí llega el daño que sólo ocurre entre semana: no queremos. Nuestra voluntad ha sido drenada por el polvo acumulado en el sofá y derretida por el calor de las sábanas de nuestra cama. No nos apetece, estamos cansados (el cansancio producido por la improducción de no hacer nada, todo un verdadero misterio). 
Sin remedio alguno, omitimos cualquier posibilidad de movernos más de lo necesario, para que luego, en la atmósfera nocturna de nuestra habitación, nuestro cuerpo nos regaña por no haber hecho absolutamente nada y se vengue de nosotros inyectándonos una sacudida magmática, haciendo que la sangre llegue hasta el cerebro (por fin) y tengamos una erupción de ideas, desatando nuestro adrenalina y, cómo no, impidiendonos dormir. Eso sí, para que al día siguiente nos levantemos con la cabeza fría e inerte.
... ¿Verdad?

No. Mal. ¡Mal! ¡No me digas que te has sentido identificado! ¡Maldita sea!
Apuesto, querido lector, que eres esa clase de individuo que el día que le sacan de casa, bosteza ampliamente y dice estar cansado. ¡Pero despierta, merluzo!
Maldito sea el síntoma de agosto, todos los días parecen domingos y no hay quien os despierte. Os consumís a vosotros mismos echando raíces en vuestro salón, ¿y aún así decís que disfrutáis del verano?
Son trece los días que quedan para que empiece la melancolía otoñal de septiembre, ¡y vosotros ahí tirados! No le permitáis a vuestro cuerpo el lujo de controlaros ¡No os dejéis! 
¿Dónde quedaron las aventuras de volver en el primer tren de la mañana y tomar el desayuno en él? Cansados y sucios, pero con una sonrisa de oreja a oreja.
¡No! ¡No me vale la excusa de la escasez gente! ¡Mentira! No hay gente más necesaria que nosotros mismos con ganas de conocer. ¡Que despiertes, te digo!

Desde pequeño siempre he tenido miedo de quedarme atrapado en un mismo lugar, de que la monotonía controlase mi vida y no hubiera forma de escapar. Por este motivo, siempre he tenido escondida una mochila en un lugar seguro y cercano a la puerta, sabiendo que el día que la monotonía tome el trono absolutista en estas cuatro paredes, yo abdicaré y me exiliaré, donde sea, al lugar donde se reúne la gente que siente la misma necesidad de escapar, que busca un mechero para encender el cuerpo altamente inflamable en el que están, en forma de adrenalina y sentimientos reprimidos.
Donde quiera que estén, porque yo sé que existen. Lo sé yo, y lo sabes tú, lector. Personas que son incapaces de respirar tranquilos porque la necesidad de correr y conocer les está bloqueando los pulmones, personas que necesitan tener el horizonte como su única casa y vivir. 
Yo soy de esas personas. Y tú. Tú también. Porque sé que en algún momento tu cuerpo ha sentido un ligero cosquilleo mientras leías esto. Un cosquilleo que te incita a conocer y descubrir. Sí. Lo has sentido. Y si lo has sentido, eres de los nuestros.

¡Ah! Maldito otoño, símbolo de la vejez, y agosto, el úlimatum juvenil. 
No escaparemos vivos de esta vida, y ese es y siempre será el quid de vivir.
Y no, no me voy a pasar la vida quieto, esperando a que la brisa otoñal me susurre siempre al oído el tempus fugit

Que no. No. ¡No! ¡No me voy a quedar quieto esperando a Godot! ¡Que Godot me encuentre si puede! ¡Y que me encuentre cansado, sucio y con una gran sonrisa perdido en algún lugar del mundo!

¡Despierta, maldita sea!

Manu

No hay comentarios:

Publicar un comentario